Un trabajo perenne

Desde que leí obras austenianas (o austenitas, como prefieran), siempre he encontrado personas aficionadas o al menos informadas de ellas, pero ¿por qué? ¿cómo algunas obras magníficas no son tan valoradas en la actualidad por el público como una vez lo fueron?

Es algo simple de explicar. Jóvenes, adultos e incluso niños sin importar el género siguen leyendo sus libros desde hace más de doscientos años porque las historias continúan captando la atención del lector.

Las situaciones, los personajes y la forma de conectarse con uno hace humanamente interesante este tipo de relatos. No nos habla de aventuras fantásticas improbables ni de una leyenda secreta; sino de la vida cotidiana y de personas comunes como cualquiera de nosotros, de como una vida ordinaria puede tener algo de extraordinario.

Por supuesto que existen ciertas diferencias notables, pues ella redactaba según su época y hay que considerar que, en cuanto a la situación social de las mujeres, se ha evolucionado de tal manera que quizás nos dificulte entender algunas opiniones; ya que las historias se desarrollan desde el punto de vista de las damas protagonistas. 

Por otro lado, también observamos que hay cosas que nunca van a cambiar: la búsqueda de una pareja, el respeto por los padres, la importancia de una buena educación, el desarrollo de un buen juicio propio, la esperanza de mejorar, el sentimiento de independencia...Tantos temas que siguen importándonos hoy. Además, emplea caracterizaciones tan variadas pero comunes que es sencillo reconocernos con uno que otro defecto o virtud.

Finalmente opino que a todo esto hay que añadir que la ironía ha sido el gran atractivo de Austen. Quien se ha imaginado la escena y conoce ciertas tendencias de ese periodo, habrá soltado alguna risilla gracias a la ingeniosidad de la autora y estará disfrutando de esta sorpresa.

Así que la próxima vez que lea o vea una obra austeniana, recuerde es un legado cultural que sigue siendo reconocido y optimistamente lo seguirá siendo.